Por Ángel Luis Quesada, CEO de ONYZE
Quienes llevamos ya algún tiempo en el sector del emprendimiento, incluso desde antes que existiera un sector del emprendimiento como tal en España, hemos visto pasar un sinfín de tendencias, novedades y disrupciones. Las suficientes como para saber cuándo estamos ante una transformación de las reglas del juego.
Desde las aplicaciones móviles, la web 2.0, el Internet de las cosas, el yo cuantificado, la computación cuántica o la varias veces proclamada disrupción de la Inteligencia Artificial (recuerdo que en 2010 ya cree una startup basada en IA) hasta la llegada de la blockchain, la web3, el metaverso, o las finanzas descentralizadas (DeFi), todas tienen algo en común. Aquellas disrupciones basadas en nuevas tecnologías han ayudado a replantear estructuras de trabajo tradicionales para hacerlas más usables, rápidas y eficientes. Y aquellas que han supuesto un cambio de paradigma, han acabado por alumbrar nuevos modelos de negocio o nuevas estructuras y funcionalidades imposibles hasta ese momento.
Ambos puntos se unen en las blockchains; por un lado, presentan una nueva tecnología confiable y resiliente por sí misma, por la forma en que se ha construido, y que además, gracias al uso de los smart contracts, nos permiten construir software aprovechando esa confiabilidad y resiliencia.Y también generan un nuevo paradigma, ya que la web3 no solo es descentralizada, sino que es la web de la transmisión de valor. Y ahí está el quid de la cuestión. La forma en que almacenamos, transferimos y liquidamos valor, desde bitcoins hasta cualquier activo, ya sea digital o físico, está a punto de dar un salto exponencial que implica una transformación real en numerosas industrias, y sobre todo, en los sectores financieros.
Es por lo que hemos venido apostando algunos de los pioneros de las DeFi en España: la tokenización del todo, o el proceso de creación de representaciones digitales de activos financieros y no financieros tradicionales, que pueden cambiarse de manos y trazarse en libros de contabilidad distribuidos (DLTs) o en cadenas de bloques. Solo era cuestión de tiempo que los reguladores también dieran el paso.
Este año hemos visto varias iniciativas en este sentido. Primero, con la llegada a nivel europeo del reglamento de Mercados de Criptoativos (MiCA) y, a nivel nacional, con la aprobación de la Ley de los Mercados de Valores y de los Servicios de la Inversión (LMVS), que, con menos ruido mediático que la primera, introduce muchos cambios y nuevas posibilidades en el entorno de los activos financieros, permitiendo el uso de las DLTs para la gestión de activos.
Gracias a esta nueva ley, cualquier fondo de inversión podrá usar la tecnología de la cadena de bloques para gestionar de manera más eficiente las participaciones de sus clientes, reduciendo los esfuerzos de gestión y mantenimiento. Esto, que parece algo básico o naif, es la quintaesencia de la blockchain aplicada a la gestión de activos: un elevado potencial para aliviar las comisiones y trámites de cara al usuario final, en un sector que siempre está luchando por dar el mejor servicio, el mayor rendimiento, al menor coste posible. Así lo comprobamos de primera mano en el proyecto desplegado en 2022, en el sandbox regulatorio de la CNMV, cuando, junto con Allfunds y Renta 4, lanzamos el primer fondo tokenizado de España.
Gracias a este entorno de pruebas, acreditamos como muchos procesos burocráticos se reducían a simples piezas de código: ¿deshacer una posición sobre un fondo tokenizado? Cuestión de minutos. ¿Mover participaciones de un banco a otra gestora? Posible, con tan solo una transacción en la blockchain, sin intermediarios, sin decenas de personas que manualmente tienen que validar el movimiento. Sin errores.
Y esto solo es el principio. ¿Reportes al inspector y al regulador? Todo está en esa blockchain confiable. ¿Inversiones de pequeños capitales? Algo que, a día de hoy no es viable por el coste/beneficio, en un entorno tokenizado es totalmente factible.Cuando hablamos de tokenizar fondos, nos referimos a resolver cientos de problemas, optimizar los procesos actuales de modo que sean más eficientes y usables. En definitiva, maximizar la experiencia del cliente hasta el punto de que, al igual que ocurre con Bizum, solo necesitará su smartphone para transferir fondos a un amigo de forma instantánea y, además, con una reducción significativa de los costes.
Pero también hablamos de futuro, de crear nuevos modelos que hasta ahora eran difíciles de conseguir, como un mercado secundario que permita comprar/vender entre las partes esos fondos tokenizados.
Las regulaciones actuales son solo el principio. Vendrán nuevas normativas que crearán marcos jurídicos seguros para comercializar nuevos productos, como fondos de inversión en finanzas descentralizadas, que recientemente también hemos demostrado viables en el sandbox regulatorio español, con unos resultados que han colocando a España como referente europeo en este área.
Ya se están fijando las nuevas reglas del juego. Y la regulación va a agilizar enormemente la transformación de la industria financiera como se conoce actualmente, por lo que aquellas gestoras y agencias de valores que no lo quieran ver, o lo dejen pasar, quizás lleguen tarde.